La agridulce experiencia de vivir un choque cultural

Luego de haber vivido en 4 países y trabajado con expatriados por más de 10 años, muchas personas me hacen preguntas como: “¿Qué es lo más difícil de vivir en otro país? ¿Es inevitable caer en una etapa de choque cultural? ¿Podré adaptarme?” Las respuestas, como pueden imaginarse, no son sencillas ni únicas ni precisas.

En nuestras sociedades, cruzar las fronteras se ha vuelto un acto rutinario. Ya sean fronteras nacionales, fronteras de una ciudad o incluso las fronteras invisibles que pueden sentirse al moverse de una escuela a otra o de un barrio a otro; existe una alta probabilidad de que experimentemos diferentes grados de estrés, ansiedad y fatiga. Esto suele definirse como “choque cultural” (shock cultural), aunque quizás el término “estrés de aculturación” sea más acertado.

El choque o estrés cultural surge cuando nos encontramos en situaciones que no nos resultan familiares y no sabemos qué esperar (ni que se espera de nosotros). Y aunque muchas personas perciben al choque cultural como algo negativo o incluso una experiencia traumática, lo cierto es que este “choque” es un proceso natural y puede ser un proceso valioso de aprendizaje personal. Este proceso puede impulsarnos a aprender sobre nosotros mismos y a percibir cómo la cultura gobierna nuestro discurso, conducta, expectativas y respuestas.

Más allá de los cambios internos que experimenta cada persona en sus experiencias internacionales, todo expatriado tiene que aprender a lidiar con 3 nuevas situaciones que suelen generar un choque cultural:

  1. Clima

Uno de los primeros desafíos proviene del clima, un problema común de las transicionales a cualquier lugar. Un día de nevadas con temperaturas bajo cero, trabajar en una oficina sin aire acondicionado con más de 30°C, un trote a más de 2000 mtsm, son algunos de los eventos que pueden generar estrés dependiendo de qué tan acostumbrado estás. Cualquier cambio en el clima puede ser incómodo, sin embargo, nuestros cuerpos son maravillosamente adaptables, y por lo general, luego de una temporada, llegamos a adaptarnos bastante bien.

  1. Población

Otro ajuste complejo proviene de la densidad de población. Mudarse a una ciudad densamente poblada exige ciertas concesiones difíciles de asumir para algunos: viajes en transporte abarrotados de gente y embotellamientos de tránsito, construcciones enormes con pocos espacios abiertos con árboles, suciedad en la calle, problemas de inseguridad y desigualdad, etc.

  1. Comida e higiene

Adaptarse a nuevos sabores y olores siempre presenta un desafío para los expatriados. Pero no sólo se trata de adaptarse a nuevos platos y condimentos, sino a las prácticas en la mesa, a las buenas formas al comer, y a los estándares esperados de higiene. ¿Te animarías a probar frutas con chile en México? ¿Y qué tal un cui al horno en Perú? ¿Y a comer con las manos en India?

Posiblemente otros expatriados hayan experimentado otros desafíos de adaptación además de estos tres. En definitiva, acostumbrarse a las nuevas cosas que ofrece un contexto cultural diferente es una parte esperable de cualquier transición. Este proceso de adaptación suele ser estresante, ya que nos obliga a enfrentarnos con nuestras limitaciones, antecedentes, expectativas y a veces, con nuestros sesgos y prejuicios. Por lo tanto, enfrentarlos con una actitud abierta nos permitirá alcanzar una transición más suave que nos lleve disfrutar nuestra experiencia cuanto antes.

¿Qué desafíos has enfrentado en tus experiencias internacionales? ¿Cuál piensas que es el desafío más difícil?

Marcelo Baudino - 2


Marcelo Baudino
Director de Iceberg Inteligencia Cultural
Linkedin: https://ar.linkedin.com/in/marcelobaudino

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