La descolonización pendiente de América Latina

Hace unos años se realizó un estudio en México sobre racismo infantil, el cual se replicó en varios países de América Latina (Guatemala, Chile, República Dominicana, etc.) con iguales resultados. El estudio consistía en mostrarles a niños locales 2 muñecos con distintos color de piel: uno con piel marrón o negra (dependiendo de lo preponderante en el país) y otro blanco. Luego se les hacía una serie de preguntas simples tales como: “¿Cuál de los muñecos es bonito?” “¿Cuál de los 2 crees que es malo?” “¿Quién crees que será pobre en el futuro?”. El color de piel parecía ser determinante en definir al malo, al feo o al pobre. En otras palabras, estos niños crecen excluyéndose a sí mismos, sintiéndose inferiores y avergonzados por características físicas propias. La colonización cultural no ha concluido en algunos países latinoamericanos.

En el mes de la diversidad cultural, donde los países latinoamericanos recuerdan la llegada de los europeos a estas tierras y la subsiguiente subyugación de los pueblos originarios, los ojos de muchos latinoamericanos aún están puestos en Estados Unidos y/o Europa como ejemplo de civilización; los que vinieron a salvarnos de la barbarie y a los que aún esperamos que nos salven de la misma. Este fenómeno, que ocurre en muchos sectores de las sociedades latinoamericanas, se conoce como un “etnocentrismo reverso”, en dónde los estereotipos negativos son dirigidos hacia las personas de su propia cultura, mientras que otras culturas son enaltecidas sin críticas objetivas. Milton Bennett se refiere a esta etapa en el proceso de desarrollo de sensibilidad cultural como “Defensa contra la diferencia” (Ver DMIS), ya que las diferencias son percibidas como un problema y por ello, se suele adoptar una posición de denigración hacia otras culturas. Esta etapa se característica por una posición dualista, polarizada (nosotros vs ellos) y exageradamente simplista.

ColonialismoEjemplos de latinoamericanos anclados en esta etapa abundan, aunque en la posición “reversa”, donde otras culturas son superiores y la propia la inferior: “Tenemos que aprender a ser más europeos y menos latinoamericanos”, «Me avergüenzo de mis compatriotas», “Esta gente es tan civilizada y sofisticada, no como la gente básica en mi país”, “No veo la hora de irme de este país”, “Somos demasiado impuntuales, corruptos, vagos, machistas, etc.”, se escucha decir con frecuencia en casi cualquier país de América Latina. “Es cultural” explican algunas personas entre medio de la resignación. El mensaje subliminal detrás de estas frases aparentemente inocentes es: “Nuestra cultura es inferior a otras”. El foco no está en lo que necesitamos aprender, sino en justificar lo malo que somos (y por ende no se puede cambiar). En definitiva, ¿podemos afirmar que existen algunas culturas mejores que otras? ¿Qué criterio utilizaríamos para realizar esta valoración?

Quito, Ecuador --- Traditional Ecuadorian dancers, Quito. Ecuador --- Image by © Hugh Sitton/Corbis

América Latina necesita comenzar a distribuir la crítica de manera equitativa dentro de un contexto histórico. No se trata de odiar o tener resentimientos de otros, sino de despertar una curiosidad por la cultura de sus propios grupos. Tampoco se trata de ignorar algunos problemas estructurales en la región, sino de comprender la complejidad del tema como un todo. El valor está en la diversidad y es imposible prever un crecimiento como región sin valorar lo propio, sin hacer las paces con nosotros mismos, y sin dejar pensar que nuestra cultura es peor que otras. Todas las culturas del mundo experimentan su realidad social en base a sus propias experiencias históricas, geográficas, religiosas y lingüísticas. Bajo este concepto, todas las sociedades del  mundo son iguales (aunque de manera diferente) en la complejidad de percepciones culturales. Es la similitud de la diferencia lo que nos permite respetar la misma complejidad y el potencial de cada una de nuestras perspectivas. Si construimos sobre las bases de este conocimiento y respeto, las iniciativas de diversidad pueden moverse más efectivamente en reconocer la inequidad política e histórica.

El 12 de Octubre gran parte de la región ya no celebra el “descubrimiento de América”, sino el día del respeto por la diversidad cultural. Estos son los pequeños pasos necesarios para comenzar a respetarnos hacia adentro, antes de poder actuar efectivamente hacia afuera.

¿Qué es lo más valioso de ser latinoamericano? ¿Cómo podemos contribuir en nuestras organizaciones desde nuestra propia cultura?

Por Marcelo Baudino
Consultor y formador intercultural
Linkedin: https://ar.linkedin.com/in/marcelobaudino

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