Marcos acababa de asumir el reto de liderar el área internacional de Compensaciones y Expatriados de una firma argentina. Su ámbito de influencia abarcaba 12 países y contaba con un equipo integrado por 5 personas de distintas nacionalidades. Entre sus primeras iniciativas, solicitó al miembro más antiguo del equipo que preparara un pequeño informe sobre los expatriados de la firma: Quería conocer cuántos expatriados habían, dónde y por qué. Marcos consideraba que las asignaciones internacionales eran una herramienta estratégica de desarrollo, y sostenía que debían ser gestionadas eficientemente desde la selección de los futuros expatriados, hasta el soporte de la familia de los expatriados.
Luego de unos meses de restructuración del área de movilidad decidió iniciar un segundo análisis. Para ello solicitó a Belén, otra integrante del equipo, que entrevistara a las personas que habían regresado de una expatriación durante el último año, para conocer sus percepciones, preocupaciones, necesidades y nivel de satisfacción. Unos días después, Belén ingresó a la oficina de Marcos para comentarle sobre un preocupante descubrimiento: un 38% de los repatriados habían abandonado la firma dentro de los 4 meses posteriores a la repatriación, mientras que un 20% restante, habían iniciado nuevas asignaciones internacionales en el mismo período. En ese momento Marcos comenzó a darse cuenta que los esfuerzos del equipo habían sido perjudicados al no incluir a la repatriación en la gestión estratégica del ciclo de expatriación. Sigue leyendo